Abortar un bebé por motivos de género es una práctica repugnante que debería asustar a cualquier madre, pero no nos engañemos pensando que las mujeres que lo hacen toman sus decisiones por su propia voluntad.
Las expectativas y el juicio de sus familias y de la comunidad en general pesan mucho sobre ellas, y es posible que incluso vivan con el temor del divorcio de su marido, o de algo peor. Por lo tanto, es difícil imaginar que algún organismo oficial quisiera facilitar una práctica tan destructiva como ésta.
La culpa del Servicio de Asesoramiento sobre Embarazo del Reino Unido es en blanco y negro. Al decir en su sitio web que “la ley guarda silencio sobre la cuestión de los abortos selectivos por sexo”, está ejerciendo presión sobre las mujeres vulnerables que utilizan sus servicios.
Déjame ser claro: no es legal. No debería ser así. No tiene cabida en la sociedad moderna y eso se aplica a todos, independientemente de sus costumbres.
Los abortos selectivos por sexo parecen ser más comunes en comunidades con raíces en el subcontinente indio, según muestran las cifras del Ministerio de Salud.
Allí, la sociedad tradicional sitúa a los niños por encima de las niñas. Los niños pueden trabajar en empleos mejor remunerados, lo que aumenta la influencia y el poder de la familia.
Las niñas, por otro lado, son una bomba de tiempo social: si una niña no se ajusta a las reglas patriarcales, puede avergonzar a sus padres, quienes también tendrán que pagar una dote onerosa si la casan.
Entonces, si una familia ya tiene dos hijas, una tercera en el útero puede parecer demasiada.
Al decir en su sitio web que “la ley guarda silencio sobre la cuestión del aborto selectivo por sexo”, el Servicio de Asesoramiento sobre Embarazo del Reino Unido enfurece a las mujeres vulnerables que utilizan sus servicios.
En Pakistán, donde crecí, mi madre se llenó de miedo durante su tercer embarazo, sabiendo que su valor dependía del sexo del bebé, ya que ella ya nos había dado a luz a mí y a mi hermana.
Cuando finalmente dio a luz a un hijo, mi abuela gritó con orgullo: “Mi hija finalmente se ha convertido en parte de la sociedad”.
Fue impactante darse cuenta de cómo se podía deshumanizar a las mujeres y reducir sus identidades a meras funciones reproductivas.
Pero eso fue hace una generación. Los abortos selectivos por sexo deberían ser cosa del pasado, pero curiosamente son tolerados por las autoridades. ¿Por qué?
Porque la clase élite de profesionales médicos, trabajadores sociales y trabajadores de caridad temen que si hacen demasiadas preguntas indagatorias a alguien de una cultura diferente serán acusados de racismo.
Vimos la misma cobardía moral en quienes ignoraron las súplicas de las jóvenes blancas a merced de las bandas de violaciones asiáticas.
Este escándalo fue un doloroso recordatorio de que debemos defender los valores occidentales a toda costa.
















