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¿Qué pasaría si el futuro de la medicina consistiera en entrenar el cerebro, no en medicar el cuerpo?

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La industria farmacéutica de todo el mundo invierte cada año más de 200 mil millones de dólares estadounidenses en el desarrollo de moléculas que afectan al organismo. Mientras tanto, un sistema de administración de fármacos muy sofisticado y mucho menos costoso sigue sin utilizarse como mecanismo terapéutico en sí: el sistema nervioso humano.

¿Qué pasaría si pudiéramos desbloquear este sistema de prestación para reemplazar o mejorar las intervenciones basadas en medicamentos?

Ya existe tecnología que nos permitiría cerrar el círculo entre la disfunción fisiológica y la adaptación neuronal en tiempo real. La pregunta no es si esta capacidad transformará los paradigmas terapéuticos y las economías que los sustentan, sino con qué rapidez.

La medición conduce al dominio

Consideremos la tos crónica, una afección que afecta hasta al 10% de los adultos y que le cuesta al sistema de salud estadounidense más de 100 mil millones de dólares al año en procedimientos de diagnóstico, visitas a especialistas, procedimientos farmacéuticos y pérdida de productividad. Los enfoques tradicionales se dirigen al reflejo de la tos con supresores de acción central o tratan la sospecha de inflamación subyacente. Pero la tos crónica en muchos casos representa una hipersensibilidad “aprendida”; Un circuito neuronal no funciona correctamente y se refuerza disfuncionalmente.

Ahora contamos con tecnología que puede detectar la tos de forma continua y objetiva, proporcionando datos detallados a los que antes solo se podía acceder en entornos clínicos controlados durante cortos períodos de tiempo. Esto ha facilitado el diseño de un circuito de biorretroalimentación que puede recablear los circuitos defectuosos.

Este circuito de retroalimentación impulsado por IA está vinculado al monitoreo continuo de la tos en dispositivos ubicuos (teléfonos, relojes inteligentes) y permite a los pacientes aplicar técnicas comprobadas de supresión de la tos que reducen la frecuencia de la tos y, con el tiempo, normalizan el estímulo de la tos en sí. Los pacientes ven que su tos disminuye en unos pocos días o semanas cuando utilizan las técnicas. Luego, el cerebro realiza su truco de magia, tallando y fortaleciendo una vía neuronal que, en lugar de decirle al cuerpo que tosa cuando no hay ninguna discapacidad o patógeno presente, le dice al cuerpo que no es necesario toser. La práctica inicial cuando hay poca o ninguna necesidad de toser permite una implementación más fácil en situaciones del mundo real donde existen desencadenantes problemáticos de la tos. Esto fortalecerá este nuevo camino y allanará el camino hacia la eliminación de la tos. Esta es la neuroplasticidad en acción, impulsada por el aprendizaje automático y validada por mediciones objetivas continuas.

Convergencia tecnológica

Tres tecnologías se han unido para permitir este cambio.

  1. Monitoreo pasivo continuo – Los sensores portátiles, la acústica ambiental y las mediciones basadas en teléfonos inteligentes ahora capturan señales fisiológicas con precisión clínica en tiempo real, incluso fuera de los centros de atención médica. La limitación anterior era la disponibilidad de datos, pero el nuevo desafío es la interpretación de los datos.
  2. Inferencia de aprendizaje automático en tiempo real – Los algoritmos eficientes y el procesamiento de datos permiten el reconocimiento de patrones directamente en dispositivos personales como relojes inteligentes y teléfonos con una latencia de milisegundos. El circuito de retroalimentación ya no requiere conectividad ni infraestructura adicional. Las lecciones sobre supresión de la tos se comunican en respuesta directa a la tos, lo que reduce el tiempo de entrega de la terapia conductual.
  3. Intervenciones validadas neurocientíficamente – Décadas de investigación en neuroplasticidad, interocepción y neurobiología del aprendizaje han identificado mecanismos específicos para modular procesos autónomos y semivoluntarios a través de la conciencia y la atención. Estas no son técnicas de relajación. Se trata de intervenciones clínicas dirigidas que tienen como objetivo explotar la arquitectura neuronal conocida. Anteriormente, estas intervenciones tenían un problema de accesibilidad. Para la tos, hay menos de 200 profesionales que practican la terapia supresora de la tos en los Estados Unidos. Al digitalizar estas técnicas clínicamente validadas, podemos escalarlas y democratizarlas.

Esta flexibilidad en la terapia digital traslada partes de la atención de la sala de examen a la rutina del paciente, donde se forman los hábitos y se desarrolla la vida. Cuando el software puede ofrecer la experiencia terapéutica adecuada, en la dosis adecuada y con el circuito de retroalimentación adecuado, la atención se vuelve más personal y continua.

Disrupción económica

Tradicionalmente, el modelo de negocio farmacéutico se ha basado en ingresos recurrentes provenientes de enfermedades crónicas. Un paciente que requiere medicación diaria durante décadas representa un alto valor para toda la vida. Un paciente que logra un control duradero de los síntomas mediante el reentrenamiento neuronal después de un mes de intervención digital no lo logra.

Esto representa tanto una amenaza para el status quo como una oportunidad para una nueva generación de modelos de negocio. La amenaza es clara: una terapéutica digital eficaz podría socavar el mercado de tratamientos sintomáticos para enfermedades en las que la desregulación neuronal es un factor causal. El dolor crónico, las enfermedades mentales, ciertos trastornos gastrointestinales, el insomnio y un subconjunto de trastornos respiratorios parecen ser susceptibles.

La oportunidad es más interesante. La modulación neuroplástica digital de primera línea reduce la población que requiere intervención farmacológica, pero aquellos que realmente toman medicamentos serían casos verdaderamente refractarios, lo que podría justificar precios más altos para terapias avanzadas.

Más importante aún, las empresas farmacéuticas que desarrollan experiencia en terapias combinadas utilizando tratamientos tanto digitales como moleculares pueden abordar enfermedades que actualmente se consideran incurables de maneras que conduzcan a mejores resultados. Y Retorno de la inversión. Las píldoras digitales complementarias pueden ayudar a mejorar la dosis, el régimen de tratamiento y la respuesta a los efectos secundarios. La colaboración continua con los pacientes aumenta el cumplimiento, la adherencia y la retención.

Para los pagadores y los sistemas de salud, las terapias digitales ofrecen costos marginales que se acercan a cero una vez desarrolladas, sin complejidad de fabricación, sin vulnerabilidad en la cadena de suministro y sin un perfil de efectos secundarios similar al de las medicinas tradicionales. Un único algoritmo puede atender a millones de pacientes simultáneamente. Una vez que una terapéutica digital ha demostrado su eficacia, puede escalar de la misma manera que Candy Crush, con una mínima fricción por parte del paciente.

Una nueva infraestructura

Para implementar eficazmente estas terapias digitales, debemos repensar nuestras prácticas de reembolso existentes y nuestros enfoques clínicos de intervención y prescripción de terapias. Los marcos de reembolso basados ​​en regulaciones procesales y de dispensación de medicamentos actualmente no se adaptan naturalmente a las intervenciones basadas en software. Los flujos de trabajo clínicos diseñados para intervenciones episódicas deben adaptarse al seguimiento continuo y al refinamiento iterativo. Los médicos capacitados para prescribir moléculas se adaptarán para aprender a prescribir protocolos de cambio de comportamiento impulsados ​​por IA, utilizando datos en tiempo real para su evaluación clínica y toma de decisiones.

Afortunadamente, marcos como el Marco Alemán de Reembolso de Terapéutica Digital (DiGA) y los Estándares de Evidencia NICE para Tecnologías de Salud Digital del Reino Unido ya están mostrando caminos viables. A medida que se acumulen pruebas, la adopción se producirá, primero en sistemas con fuertes incentivos para contener los costos, y luego de manera más amplia.

Plasticidad del sistema de salud

La promesa de la terapia basada en el cerebro no hace que la medicina molecular quede obsoleta, ya que no todas las enfermedades conducen a la modulación neuroplástica. Las patologías estructurales, las enfermedades infecciosas, los traumatismos agudos, los trastornos genéticos y las enfermedades en las que los circuitos neuronales no desempeñan un papel principal siguen requiriendo intervenciones farmacológicas o quirúrgicas convencionales.

Sin embargo, no se ha establecido el límite entre una disfunción neuronal entrenable y un déficit biológico irreversible. Cambia con nuestra comprensión del alcance de la neuroplasticidad y nuestra capacidad técnica para controlar con precisión este mecanismo. Las condiciones actualmente consideradas puramente biológicas pueden revelar componentes neuronales no reconocidos previamente y susceptibles de reentrenamiento.

Además, la promesa de una terapia combinada que incluya tratamientos moleculares y digitales tiene un potencial significativo. Los tratamientos futuros más sofisticados algún día combinarán una intervención biológica para crear una ventana terapéutica y una intervención digital para entrenar el cerebro. La molécula ofrece la posibilidad; El algoritmo garantiza la coherencia.

Las empresas farmacéuticas que desarrollen rápidamente su capacidad internamente o mediante asociaciones crecerán o mantendrán su posición competitiva. Los sistemas de salud deben descubrir cómo reestructurar los incentivos para favorecer resultados duraderos en lugar de intervenciones recurrentes. La pregunta para los médicos es cómo se puede integrar sin problemas la retroalimentación digital continua en los flujos de trabajo de diagnóstico y terapéuticos.

Resulta que la droga más poderosa puede no ser una droga en absoluto. Quizás sea la forma en que nuestro sistema nervioso está preparado para recibir nueva información lo que permite al cerebro hacer aquello para lo que evolucionó: aprender, adaptarse y sanar.

Foto: Khanisorn Chaokla, Getty ImageS


Dr. Peter pequeño, Modesto El Director Médico ha tenido una carrera diversa cuyo tema común ha sido el uso de la innovación para mejorar la atención médica. Al comienzo de la epidemia de VIH, era médico residente senior en UCSF, llevó a cabo investigaciones innovadoras de epidemiología molecular en la Universidad de Stanford y construyó y dirigió el programa de tuberculosis para la Fundación Bill y Melinda Gates.

En 2015, fundó el Instituto de Salud Global de la Universidad Stony Brook, que se centra en el uso de la tecnología para brindar atención médica en lugares remotos de Madagascar y Nepal. En 2019, asumió el liderazgo de ingeniería en una empresa de diseño y construcción financiada por Gates, que recientemente dejó para centrarse en hacer que la tos cuente.

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